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jueves, 16 de agosto de 2012

Mimbre y un poema.

 
   

 



Casas huérfanas.
Viudas, solteras.
Entre olivos.
Escarchadas con polvo.

Sólo hay algo de sal
y aceite en la alacena.
Desconchones en las paredes.
En las alcobas frías de invierno siempre.
Agradables en verano.

En el salón duelo de muñecas solas.
Tristes, frías, rotas.
Entre los encajes.
Entre las fotos de militares antiguos.
Fotos de niños que hace mucho crecieron.
Perdieron la gracia.
Tras apilar las facturas
nunca abiertas de los fantasmas.
Pagadas al contado
con las pesetas que quedan en los ceniceros.
 
Al paso del tiempo por el reloj sin pilas
que ha marchitado las flores de plástico
de los floreros.